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CEMAEL | LA FENOMENOLOGÍA EN LA PRÁCTICA PSICOTERAPÉUTICA: UNA INTRODUCCIÓN AL ANÁLISIS EXISTENCIAL PERSONAL



LA FENOMENOLOGÍA EN LA PRÁCTICA PSICOTERAPÉUTICA: UNA INTRODUCCIÓN AL ANÁLISIS EXISTENCIAL PERSONAL



Janelle L. Kwee, Alfried A. Längle

Nota de los Autores:

1 School of Graduates Studies, Master of Arts in Counselling Psychology Program, Trinity Western University, Langley, British Columbia, Canada; Existential Analysis Society of Canada, Vancouver, British Columbia, Canada - Canadá.

2 Internationale Gesellschaft für Logotherapie und Existenzanalyse, Wien, Österreich - Austria.

La correspondencia relacionada a esta propuesta, favor de dirigirla a: Janelle L. Kwee, Master of Arts in Counselling Psychology Program, Trinity Western University, 7600 Glover Rd., Langley, BC, V2Y 1Y1, Canada. Janelle.kwee@twu.ca.

Traducción al español del texto original en inglés “Phenomenology in Psychotherapeutic Praxis: An Introduction to Personal Existential Analysis”, published in http://episjournal.com/journal-2013/phenomenology-in-psychotherapeutic-praxis

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Norma Hernández, GLE México.

Resumen

El Análisis Existencial Personal (AEP) constituye el método psicoterapéutico fundamental que se utiliza en el Análisis Existencial, es una psicoterapia fenomenológica centrada en la persona que tiene como objetivo facilitar el descubrimiento de una manera responsable para hacer frente a uno mismo y al mundo, para llegar a una existencia plena y libre tanto mental como emocionalmente. La aproximación existencial a la psicoterapia es más conocida por sus principios filosóficos que por aquéllos metodológicos; sin embargo, consta de una utilidad terapéutica, empírica y educativa al delinear las estructuras transparentes de la psicoterapia. Con este fin, la práctica del AEP ofrece una aplicación viable de la antropología de Viktor Frankl, infundiendo procesos terapéuticos para la práctica fenomenológica. Sistemáticamente, el AEP posibilita: a) una reconexión con la realidad mediante el trabajo basado en una visión clara de los hechos; b) el experimentar la aceptación personal, a través del contacto con las propias emociones y sentimientos; c) el fomento del diálogo interno hacia una mejor comprensión y actitud interior; y finalmente, d) lograr una acción decisiva y responsable.

En congruencia con la naturaleza dialógica de la persona, en la que el ser humano está en un proceso de intercambio constante consigo mismo y con el mundo, sobre el que se afirma su ser persona, los pasos metódicos del AEP posibilitan un auténtico diálogo interno y externo con el fin de restructurar la capacidad de la persona, lo que finalmente permite un encuentro genuino.

Palabras clave: Proceso fenomenológico, análisis existencial, psicoterapia existencial, análisis existencial personal (AEP).

La fenomenología en la Práctica Psicoterapéutica: Una introducción al Análisis Existencial Personal

El Análisis Existencial es una psicoterapia fenomenológica, orientada hacia la persona; su objetivo es ayudar a dicha persona a descubrir una forma de vivir siendo capaz de dar su “consentimiento interior” a sus propios actos. Además, este objetivo central puede describirse como el guiar a la persona a tener experiencias mental y emocionalmente libres en las que sea capaz de tomar decisiones en forma auténtica y responsable (Längle, 2012). ¿Qué significa esto en la práctica? ¿Cómo lo describimos metodológicamente? Dado que la perspectiva existencial en psicoterapia es considerada más por sus bases filosóficas que por sus técnicas (Prochaska y Norcross, 2014), es de esperar sorpresa o incluso resistencia a los linderos que se perciben de cualquier método en particular.

De hecho, tendemos a referirnos a las psicoterapias existenciales y fenomenológicas en términos abstractos y flexibles, contrastando esta aproximación con aquéllas cuyo tratamiento se encuentra basado en manuales. Sin embargo, constan de una utilidad terapéutica, empírica y educativa al delinear las estructuras transparentes de la psicoterapia. Es más, las estructuras terapéuticas de la práctica fenomenológica no reflejan marcos explicativos y dogmáticos, sino más bien pretenden facilitar un proceso receptivo, descriptivo y dialógico en el que se pueda realizar la tarea existencial de ser persona. El método básico del AE se conoce como Análisis Existencial Personal (PEA; Längle, 1995). En la exposición de los procesos del AEP ofrecemos una descripción de la fenomenología centrada en la práctica.

Fundamentado en la antropología de Viktor Frankl, quien reconocía a la búsqueda del sentido como la más profunda motivación humana (Frankl, 1988), el marco del AE concibe otras tres motivaciones existenciales que preceden a la de la búsqueda del sentido (Längle, 2005) y que se refieren a las motivaciones para ser, experimentar el valor y ser uno mismo. A cada una de las Motivaciones Fundamentales (MF) le corresponde una pregunta existencial fundamental (Längle, 1999a, 2012). Éstas son:

  • Yo soy. ¿Puedo ser? ¿Tengo el espacio, la protección y el sostén necesarios?
  • Yo vivo. ¿Me gusta vivir? ¿Siento mis emociones y experimento el valor de mi vida?
  • Yo soy yo. ¿Me es permitido ser yo mismo? ¿Soy libre de ser yo?, y finalmente, viene la pregunta fundamental de la Logoterapia centrada en el sentido:
  • ¿Para qué estoy aquí? ¿Para qué vivo? ¿Qué le da sentido a mi vida?

Así en conjunto, dentro del marco teórico del AE, las cuatro motivaciones fundamentales existenciales constituyen los pilares de la existencia. La plenitud se experimenta cuando se es capaz de afirmar las preguntas existenciales correspondientes a las cuatro MF: “Sí” al mundo (1ª. MF), “sí” a la vida (2ª. MF), “sí” al sí mismo/persona (3ª. MF) y “sí” al sentido (4ª. MF). Estas cuatro MF proporcionan la estructura para la comprensión de la persona, sobre la que se basa el AEP. En este documento, nos enfocamos específicamente en la capacidad de la persona para un intercambio dialógico, con el fin de describir los procesos psicoterapéuticos correspondientes al AEP.

El Intercambio Dialógico como la Base de Ser-Persona

Dentro del marco del Análisis Existencial, la vida del ser humano se puede ver como la oportunidad para algo (“Das Leben ist nie etwas, es ist nur die Gelegenheit zu einem Etwas”,3 Hebbel, 2013), una posibilidad dinámica más que una realidad estática. El imaginar la vida como una oportunidad para un algo, sugiere que hay un reto creativo y una gran oportunidad en la existencia de cada persona. No es posible que se logre la misión en la vida por el simple hecho de haber nacido, o por los propios instintos, o bien por la naturaleza. No se puede lograr el tener una vida plena y con sentido en forma objetiva, sino a través de la subjetividad de la persona, por medio de la cual, mantiene un diálogo consigo misma y con el mundo. Para llegar a esta oportunidad o posibilidad, debe haber una activa satisfacción de ser persona. En efecto, la libertad se da entre cada persona y su vida, sin importar cuáles pueden ser las circunstancias objetivas de esa vida. Desde el marco analítico-existencial de Frankl (Frankl, 2004), la persona posee el poder noético de abrirse al mundo, así como de diferenciarse de él. La persona, en su condición de ser-persona, se encuentra fundamentalmente capacitada para el diálogo.

3 Nota de la Traductora:

Texto en alemán que en español significa: “La vida nunca es algo, es sólo la oportunidad para un algo”.

 

Consentimiento Interno

El propósito del AE es ayudar a la persona a descubrir una manera de vivir en la que pueda brindar “consentimiento interno” a sus actos (Längle, 1999b; 2012). Dar consentimiento interno es parte de la existencia dialógica, representa una respuesta dada como parte de un intercambio activo del sí mismo con el mundo. El dar consentimiento interno representa una capacidad que se hace posible como resultado de vivenciarse uno mismo como un ser realmente en la vida, tanto en las circunstancias cotidianas como en las “grandes” decisiones. Al ser un constructo psicológico, contiene el concepto filosófico de libertad, al dar consentimiento interno, uno se vivencia a uno mismo como libre.

A manera de ejemplo, tomemos el caso de la persona que ha pensado dejar de fumar. Con base en varias consideraciones, se convence de que esa es la decisión “acertada”, el médico le advierte sobre los riesgos a la salud que conlleva el seguir fumando, la aceptación social de fumar en áreas públicas ha disminuido dramáticamente en los últimos años y la carga financiera de este hábito es indeseable. Así que no puede ser difícil para esta persona dejar de fumar; sin embargo, el consentimiento se acerca más a la experiencia personal sentida que la decisión. Aunque una decisión real implica consentimiento interno, el decidir es más comprendido comúnmente en términos cognitivos, mientras que para dar consentimiento, uno debe ser completa y personalmente “uno mismo”. El consentimiento resalta el aspecto emocional de una decisión y se debe separar de las demandas externas asociadas con ideologías, padres, educación y el ambiente social.

El dar un auténtico consentimiento interno le debe corresponder a la persona en ese preciso momento. Así, la decisión de dejar de fumar puede ser clara, pero la vivencia del consentimiento interno no solo depende de lo que es lógico o claro, sino que surge de la experiencia sentida de dar un “sí”. Se requiere que la persona se atreva plenamente a preguntarse a sí misma: “¿cómo me siento al fumar este cigarro en este momento?”, o bien, ”¿doy mi consentimiento para fumar este cigarro?” Quizás la persona advierta que fumar un cigarro en ese preciso momento sólo se trata de un hábito; o probablemente le llegue un sentimiento de corresponder a un valor existencial, y por consiguiente, ya puede confirmar el hacerlo a pesar de contradecir una meta cognitivamente establecida. Entonces, es posible otorgar un consentimiento interno de no fumar en un momento determinado durante el día, y vivenciar un consentimiento pleno de sí hacerlo en otro momento. Cabe otra posibilidad, y es que la persona descubra la falta de consentimiento para fumar, pero aun así “decida” hacerlo; algo común en la adicción. Al hacer una pausa y detenerse un momento para la reflexión, la persona se hace partícipe en la situación y puede responder cada vez más con una auténtica acción. Si hay falta de consentimiento interno para fumar, se vuelve más y más frustrante hacerlo en contra del propio sentimiento personal.

Esta sensibilización despliega la libertad personal dentro de la que se vivencia la auto-aceptación y la autodeterminación. Aunque se establezca la meta lógica primordial de dejar de fumar, la persona es capaz de vivenciar conscientemente su presencia en la situación, al mantener una postura dialógica consigo misma en cada momento decisivo, a través del proceso de cambio de hábitos, lo cual, fomenta el desarrollo de la personalidad.

Mediante el cultivo de la libertad inherente al dar consentimiento interno a las propias acciones, las personas descubren una manera responsable de relacionarse con la vida y con el mundo; éste es otro aspecto de los objetivos del Análisis Existencial. Ser personalmente responsable significa afrontar lo que se hace con autenticidad, es decir, que la respuesta que se dé corresponda al verdadero sí mismo.; es hacer frente a las referencias de las realidades particulares que encontramos en la existencia de cada persona. Una vida buena o con sentido, en la que se da consentimiento interno, no se debe confundir con una vida ideal o color de rosa.

La plenitud mediante el consentimiento interno se desarrolla a través del encuentro dialógico con la situación de cada persona en el mundo. Cada persona es llamada a dar una respuesta a cada situación real, a lo dado en su existencia. Estas situaciones corresponden tanto a realidades internas, como externas. El hacer frente a uno mismo requiere de estar en diálogo continuo con uno mismo, tomando una postura hacia los propios sentimientos, deseos, esperanzas y angustias. Las realidades externas en el mundo constituyen nuestros límites externos. Aunque el desarrollo personal general se puede cultivar en cada encuentro dialógico, el consentimiento interno sólo se puede dar en situaciones específicas. Para comprender esto, sólo tenemos que preguntarle a aquella persona quien en un momento se sintió, en el fondo de su corazón, tan segura de estar lista para dejar de fumar para siempre; sin embargo, aún experimenta recordatorios diarios y siente las “invitaciones” de retomarlo nuevamente. Debe ser en cada uno de estos momentos específicos en los que la persona da su respuesta.

Potenciales de la Persona

En forma consistente con la conceptualización de la vida en términos de su posibilidad o de su oportunidad para algo, Frankl describía al desarrollo de la personalidad como una posibilidad que la persona puede llegar a hacer realidad. Lo central en la realización del ser-persona es el diálogo, y para que éste sea posible existen tres elementos que lo integran (Längle, 2003):

  • El diálogo tiene un destinatario.
  • El destinatario debe entender lo que se dice.
  • El diálogo requiere una respuesta.

Estos tres componentes son entonces esenciales en la realización de los potenciales de una persona por medio del diálogo. Como actividades externas de la persona en diálogo, se encuentran las tres maneras subjetivas de experimentar el ser impresionable (relacionada con ser interpelada), tomar una posición interna (relacionada con la comprensión), y ser expresiva (relacionada con estar lista para dar respuesta). Véase Figura 1.

Receptividad. En primer lugar, se puede llegar o acceder a una persona por su capacidad de receptividad. La persona es el destinatario de los encuentros dialógicos de su vida. Cuando otra persona saluda a alguno de nosotros por nuestro nombre, una persona en específico ha sido llamada y ninguna otra la puede sustituir. Se interpela a la persona que ha sido llamada al encuentro; y aunque el origen de ese encuentro sea relativamente trivial, eleva la intensidad de la propia conciencia de la persona. Cuando se le escoge de entre una multitud, quizás se ruborice, o se sienta expuesta o avergonzada por haber sido requerida y ahora tener la responsabilidad de tomar postura y dar una respuesta. Cuando nosotros, en nuestra propia vida somos interpelados en forma directa, experimentamos una restricción como algo inevitable. En el momento de ser vistos y solicitados, no nos podemos esconder más y nos hallamos como nosotros-mismos. Esto es dejarse tocar personalmente. Cuando se es interpelado, uno debe responder, la respuesta que sea, aun el no reaccionar representa una respuesta. Pero en este caso, dentro de la apertura y accesibilidad al mundo, uno tiene la libertad de qué y cómo responder. Mediante la capacidad de receptividad, se está abierto a ser tocado y llamado al encuentro con el único mundo que corresponde a la propia vida de cada uno. Nadie puede responder por la situación de otro. No puede haber patrones generales para un diálogo auténtico debido a que para ser auténtico, debe corresponder a la persona única quien es interpelada en el contexto de su situación real en el mundo.

Impresión. El ser receptivo se experimenta subjetivamente como estar impresionado. Las impresiones no necesariamente corresponden a la realidad observable; son respuestas emocionales espontáneas que proporcionan material para su procesamiento posterior. El ser interpelado y estar impresionado produce una emoción primaria que se recupera en la primera etapa del proceso terapéutico. Aquí, el término, ser impresionable se utiliza para capturar la experiencia de estar subjetivamente impresionado por la propia vida y experiencias, en el sentido de que éstas forman una impresión subjetiva en la persona.

Comprensión. La capacidad de una persona para comprender, conforma el segundo componente necesario para el diálogo. Como la comprensión es menos concreta y tangible que los otros elementos, la describimos en primera instancia desde la perspectiva de su carencia. Sin la comprensión, la respuesta de una persona al ser interpelada es simplemente una reacción o una conducta arbitraria, no representa apertura de la persona, y por lo tanto, no es un encuentro genuino. Los saludos cotidianos que se dan entre extraños sólo como un cumplido, a menudo carecen notablemente de entendimiento. Aunque hay un aparente destinatario (“hola, ¿cómo estás?”) y una respuesta (“bien, gracias”), falta el diálogo auténtico debido a que no hay una reflexión íntima o una comprensión con la persona, desde el momento en que se le aborda, hasta que ésta responde. De hecho, ésta no es una respuesta en sentido existencial; esta conversación sigue un patrón de normas sociales comunes y aquello que sigue un patrón de reglas, no puede corresponder auténtica y exclusivamente al yo-en la situación. En contraste, la persona que recurre a la capacidad para comprender, se sale de una situación con el fin de obtener una perspectiva dentro del contexto de su existencia. En el proceso de la comprensión, se pasa de estar bajo la influencia de una situación, para mirarla en relación con otras experiencias que se hayan tenido. Esta reflexión personal facilita la comprensión.

Postura Interior. La postura interior se logra como resultado de la actividad subjetiva de la comprensión. En la toma de postura interior, la persona asume su propio lugar frente a aquello que le ejerció presión a través de la im-presión. La reacción afectiva primaria se lleva a un proceso reflexivo de diálogo interno. La persona es libre de poner sus propios valores, conectándolos con la nueva información que condujo la impresión. Esta etapa hace que la persona pase subjetivamente de la emoción primaria a la emoción integrada (Längle, 2003). Con base en la comprensión y la postura percibida, y seguidas de una confrontación cognitiva de los contenidos, con conocimiento y experiencia, surge un movimiento interno profundo, el cual convoca a la acción. La voluntad nace en un sentido holístico. El movimiento interno está orientado hacia la realización de aquello que surgió dentro de uno mismo en contacto con el impacto exterior.

Respuesta. El tercer componente en el diálogo es la respuesta. La persona es capaz de dar una respuesta. Dar una respuesta significa que se ha comprendido algo y se ha tomado una postura personal.


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